martes, 27 de octubre de 2009

LA INDIFERENCIA NUESTRA DE CADA DIA.

Puede ser que en un mes hayan muerto siete personas de forma violenta, procedentes de la zona periférica y haya pasado desapercibido para las autoridades y la devolución sea una profundo silencio? Nos preguntamos si se realizó alguna investigación de gestión conjunta, ergo, Ministerio de Gobierno, Secretaria de Seguridad y policía, para determinar que hay detrás de esas muertes?
Todos tenemos derecho a preguntarnos, cuestiones sencillas, como por ejemplo si hay algún indicio que señale si son los mismos móviles los que están detrás de cada crimen. Podremos asistir a que se realice una investigación que conecte la venta de estupefacientes y su distribución con los hechos? Usted, yo, nos preguntamos, que tipo de armas se usó en cada caso o mejor, que calibre de armas y cómo llegaron a su poder, quien las facilita, donde, cómo. Son preguntas sencillas. Nada elaboradas ni complejas, como la vida misma.
No estamos buscando nada. Sólo nos preguntamos desde una mirada criminológica, que con un sistema penal que selecciona, periodistas que titulan, “Homosexual asesinado”, una policía a quienes les damos servidos los probables inculpados y una sociedad que no quiere ver y tampoco saber, amerita que sepan que hay gente que además de trabajar, estudiar y comprometerse, piensa. Y cuando las personas piensan, entran en riesgo los que tratan de ocultar, omitir o negar. Sea quien sea.
Los tratamientos episódicos que se hacen de los problemas que surgen en nuestra sociedad, y vamos a dejar para otra oportunidad –comunidad- los medios de comunicación, el mundo de la política, sobre la inseguridad y nuca desde la integralidad, nos revela la escasa preocupación de las autoridades políticas, pero lo más llamativo es que los reclamos sociales cada vez son más, solicitando “presencia policial”.
Usted sabe, lo poco apegados a las normas que somos y el argumento de más peso, es que estos comportamientos son la manifestación legítima ante la ausencia de un estado vigilante, que controla poco o nada.
Que revela esta impronta social, que mientras existe un exacerbado reclamo de protección policial por el otro está el constante desapego a las normas, que intentan de algún modo, reglar las relaciones sociales?
Que desnuda esta conducta incoherente y sostenida. Que cuando hablamos de inseguridad debemos tener en cuenta, que la seguridad pública no es una cuestión policial. Que no basta con equipar a la policía, con más armas, autos y más policías. Que no basta con esa “autogestión policial” que lo único que hace es aplicar el diciplinamiento social y político, del cual hablamos al comienzo, sobre los sectores más vulnerables y no como debiera ser: un instrumento del control del delito.
No hay intervención estatal en la prevención de la violencia y el delito. Entonces, la policía más que una instancia de resolución del conflicto de inseguridad, se convierte en parte del conflicto. A lo que debemos sumar, algunos periodistas que proponen un verdadero control social, cuando piden mano dura justificando algunas prácticas.
La capacidad de asegurar el porvenir es una perspectiva de lucha contra la inseguridad social. Pero debe ser un espacio en el que los integrantes de una sociedad, deben de dejar de ser consumidores para construir día a día, ciudadanía, que nos “permita” poder pararnos y ejercer nuestros derechos. En tanto, pensamos viceralmente, que el diferente, que el policía, que el dirigente político, son más de lo mismo, y nos quedamos afuera, sin asumir que somos parte, la inseguridad persistirá. Las sociedades se construyen entre todos y es por eso que debemos incorporar prácticas inclusivas no exclusivas, porque sino, estamos haciendo “el caldo gordo” a los que, atrincherados esperan para dar el golpe.
Hay condiciones estructurales, sociales y simbólicas-culturales que inciden en el crecimiento de la inseguridad pública. Necesitamos una política de seguridad, que determine claramente qué y cuanto delito estamos dispuestos a tolerar, la idea fuerza de la modernización institucional de las fuerzas de seguridad, estrategias de prevención social de la violencia y el delito y la asunción, de que no se ha hecho nada sobre ello.
El alemán Max Weber, genial sociólogo, sintetizaba que “La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para lo que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura”. Por que sino, nos quedaremos con la frase de Cervantes: Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres la sienten demasiado, se vuelven bestias.

Lic. Comunicación Social
Especialista en Criminología
Hija del Viejo Riveros